
Machapuchare
Namasté!!
Aunque siempre todo viaje tiene su momento, cuando uno viaja a Nepal y Tibet es difícil escoger ese recuerdo que hace de ese viaje algo tan especial. Hace poco leí unas palabras muy acertadas de Nicolas Bouvier, conocido viajero y escritor suizo que en su libro “El pez escorpión” indica una sensación fundamental que marca la diferencia en un viaje:
“Crees que vas a hacer un viaje, pero enseguida te das cuenta que es el viaje quien te hace a ti, o te deshace”.
Durante estas semanas precisamente ésta ha sido la sensación que he tenido. He cumplido sueños que jamás pensé se fueran hacer realidad: he visitado Tibet, el Palacio del Potala, he tenido el Éverest a tiro de piedra, me he perdido por los laberintos de las calles de la caótica Kathmandú, además de pasar de nuevo varios días con mis amigos esrilanqueses, subir de nuevo a Adam´s Peak, visitar las cascadas del Lago Maskeliya, o pasar una Nochevieja bastante surrealista en Kandy, a casi 10.000 km de casa.

De camino a Ghorepani
Pero en 17 viajes a Asia, nunca tuve las sensaciones que he tenido durante los 9 días de trekking por la región del Annapurna. Sensaciones totalmente dispares, alegría, pena, cansancio extremo, fortaleza extrema, frío, más frío, mucho más frío… quizá sólo a un judoka granaíno loco se le puede ocurrir adentrarse en el Himalaya en pleno invierno sin haber sido montañero.
A mi regreso de Tibet de nuevo me estaba esperando Shree en el aeropuerto de Kathmandú, el vuelo salió con sólo 6 horas de retraso, y es que cuando uno viene a estas tierras no se puede marcar un horario fijo, sino armarse de paciencia y pensar que estamos totalmente expuestos a las condiciones que nos marque la naturaleza, las montañas, la climatología… aquí el hombre es tan sólo un muñeco expuestos a los caprichos de la cordillera más alta, abrupta e inaccesible del planeta.
Fuimos directos a Kathmandu Guesthouse, allí pasaría la noche para el día siguiente salir muy temprano en una avioneta de “Yeti Airlines” hacia Pokkara, donde me recogería PM, mi guía durante los días de pateo por la región de los Annapurnas. La intención era hacer el recorrido hasta el ABC (Annapurna Base Camp) y volver en 9-10 días. Al ir los dos solos avanzaríamos mucho más rápido que si fuéramos con un grupo más numeroso, así que un recorrido de 13-14 días se iba a reducir a 9-10, todo gracias a la buena voluntad y fortaleza de un guía de la casta Tamang y el entusiasmo de un judoka granaíno.
Para rebajar el presupuesto decidimos que no nos iba a acompañar ningún porteador. Tras la experiencia en Tibet me notaba cargado de energía, extraordinariamente fuerte, así que decidimos intentarlo, y si las fuerzas fallaban siempre podríamos encontrar a uno en alguno de los refugios que hay por todo el camino.

Annapurna South y Hyumchuli desde Choomrong
Habiendo pasado bastante tiempo desde esta aventura, no voy a poder entrar en detalles, tan sólo seguir mi diario de viaje y recordar con cariño las experiencias más importantes de lo que sin duda ha sido el viaje que junto con mis primeras visitas a Tailandia más me ha aportado y enriquecido.
Entre siete y ocho horas diarias de caminata, la mayoría de ellas subiendo escaleras (y me sentía orgulloso de las 3 horas subiendo a Adam´s Peak), pasando días de muchísimo frío, hielo, nieve… perdí la cuenta de las veces que me caí por culpa del suelo helado, pero también perdí la cuenta de las veces que me reí a carcajadas con PM, o de los buenos ratos que pasé junto al fuego en los refugios con nuevos amigos que iba haciendo todas las noches: Jorge, un intrépido burgalés que está haciendo la vuelta al mundo; Burcu, una simpatiquísima turca que viaja sola por Nepal y Bután; Koh, un joven japonés que se había acoplado a un grupo de chinos que también caminaban hasta el ABC…

Thandapani
En total, 9 intensísimos días pasando por todo tipo de sensaciones y experiencias, sin duda lo más enriquecedor que jamás he vivido viajando, sólo le puedo poner una pega: esto engancha, mucho más de lo que pude imaginar.
Tras cuatro días de trekking el tiempo empeoró bastante, y durante dos días (desde Gorephani a Choomrong) tuvimos mucha nieve, hielo, frío… y es cuando te das cuenta de quién es el que manda. Cuando la montaña dice no, realmente es que no. Llegando a Tandapani PM me comentó la dificultad de llegar al ABC a causa de las avalanchas. Al principio no quise hacer mucho caso, no eres consciente de dónde te encuentras. Pero una vez llegamos a Choomrong había que tomar la decisión. En menos de una hora fui testigo de dos rescates (un koreano que se despeñó llegando al ABC y un chino que se quedó en el sitio a tan sólo 20 minutos de donde estaba nuestro refugio), esto hizo que lo viera muy claro, la montaña no quería que siguiéramos. Entonces pensé en la sensación que puede tener un montañero cuando tiene que darse la vuelta sin hacer cumbre. Yo soy un simple aficionado que improvisó su itinerario unos días antes con Shree, y realmente me dolió no poder continuar, cuál será el sentimiento de un profesional que entrena durante años para subir una de estas montañas y se queda a mitad de camino?
Al día siguiente decidimos subir a una de las montañas cercanas a Choomrong para compensar la frustración, llegamos a algo más de 4.000 metros, desde donde vimos unas vistas impresionantes del Anapurna South, Dhaulagiri, Hiumchuli, Machapuchare… y subimos como motos, hacía muchísimo tiempo que no me encontraba tan fuerte. Una vez arriba PM y yo pasamos un buen rato, hablamos de nuestras vidas, familias, mujeres (por supuesto)… y comenzamos a sellar una bonita amistad. Por la noche coincidimos con un grupo de chinos, y celebramos juntos el año nuevo chino a base de miles de platos diferentes, cerveza Everest y roksi, el licor local.

Mr Purtimang Tamang (PM)
Regreso a España con una extraña sensación: por un lado la frustración de no haber conseguido el objetivo, pero contento por descubrir un país tan increíble como Nepal, su naturaleza es impresionante, allí vive la mejor gente que he conocido en Asia, es un lugar que te hace sentir viajero. Además, he hecho muy buenos amigos, Shree y PM me han acogido como si se tratara de su propia familia, y me han cuidado como si fuera un hermano, sin duda es una visita que debo repetir, y pronto!
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